La Madre San Juan Fontbonne comenzó a trabajar en la restauración de la congregación tal como la había conocido antes de la Revolución, formada por pequeños grupos de Hermanas que vivían cerca de la gente, vestidas de manera sencilla, visitando a los enfermos y a los pobres y ayudando a los necesitados. El gobierno pidió a las Hermanas que se organizaran según un nuevo modelo, en gran parte contrario a la visión de las Hermanas Fundadoras. Su principal trabajo sería la educación, sin abandonar a las personas a las que servían. Las pequeñas casas, hasta entonces independientes, ya no seguirían. A partir de ahora, la centralización en las congregaciones diocesanas estaría a la orden del día.
Aunque este cambio privaba a las Hermanas de la autonomía que facilitaba su adaptación inmediata a las condiciones locales y a las necesidades de la gente, les dio los medios necesarios para su expansión. Las Hermanas se expandieron en Francia y en otros países. A finales del siglo XIX, se encontraban en Italia, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia, Rusia, India, Inglaterra, Suiza, Armenia, Argelia, Brasil y Argentina.
En 1830, por primera vez, las Hermanas usaron un hábito oficial. Todos estos cambios, tan lejos de la simplicidad del principio, fueron fuente de gran sufrimiento para la Madre San Juan. Sin embargo, se sometió a la voluntad de la Iglesia dominada por el Estado. Murió en 1843 después de haber establecido más de 200 casas religiosas en Francia y de haber sembrado las semillas de más de 40 nuevas Congregaciones de San José en el mundo.
Después de la agitación revolucionaria, las Comunidades se fueron reconstituyendo cada vez más, y Lyon llegó a ser el origen de la mayoría de las Congregaciones de San José en el mundo. El 14 de julio de 1808, 12 jóvenes tomaron el hábito bajo la tutela de la Madre San Juan Fontbonne, una Hermana que había salido viva de las prisiones de la Revolución. Una de las 12, la Madre Saint Jean Marcoux, fue enviada a Saboya en 1812. Como fundadora de la Congregación de Chambéry, ella a su vez envió Hermanas a Saint Jean de Maurienne y a Moûtiers en Saboya, a Turín y a Pinerolo en la región del Piamonte, dando así nacimiento a nuevas ramas de Hermanas de San José.
Marie Antoinette Fontbonne nació en Bas-en-Basset, Francia, el 24 de diciembre de 1813. Era la undécima hija de Claude Fontbonne y Marie-Françoise Pleynet. Educada por las Hermanas de San José, Marie Antoinette llegó a ser Hermana, en 1832, tomando el nombre de Hermana Delphine Fontbonne, y caminó tras las huellas de su tía, la Madre San Juan Fontbonne.
En 1836, la Hermana Delphine y cinco miembros de su comunidad dejaron Francia para ir a Estados Unidos en respuesta a una llamada de Monseñor Rosati, obispo de St. Louis, Misuri. La Hermana Delphine fue nombrada Superiora de Carondelet (St. Louis), la primera Casa Madre de la Congregación en Estados Unidos. En 1850, fue nombrada Superiora de un Noviciado y de un orfelinato en Filadelfia.
En 1851 el obispo de Toronto, Monseñor de Charbonnel oyó hablar del trabajo de las Hermanas de San José en Filadelfia. Y pidió a Monseñor Henrick de Filadelfia que liberara a la Madre Delphine para que se ocupara de un orfelinato en Toronto. Como resultado, la Madre Delphine, las Hermanas Martha von Bunning, Alphonsus Margerum y Bernard Dinan llegaron a Toronto el 7 de octubre de 1851 para ocuparse de los huérfanos, de los enfermos, de los pobres y de personas vulnerables.
En 1852, la Madre Delphine, a petición de la diócesis, envió a la Hermana Martha von Bunning a fundar un orfelinato en Hamilton. Dos hermanas comenzaron a enseñar en la escuela St. Patrick, en Toronto. En 1854, construyeron una nueva Casa Madre cerca de la iglesia St. Paul. Al año siguiente, a petición de Monseñor de Charbonnel, la Madre Delphine comenzó a construir la Casa de la Providencia.
Gracias a las Hermanas de San José de Toronto, Canadá, por su contribución a esta historia de la Congregación.