Nos alegra mucho anunciar que este año reabrimos el Centro para sesiones, peregrinaciones, retiros y visitas individuales. Han pasado ya dos años durante los cuales nuestras puertas no se habían abierto para acoger a las hermanas, los asociados, las agregadas y los colaboradores laicos. ¡Estamos listas y dispuestas a servirles!
Hacer frente a una pandemia ha sido una experiencia extraordinaria para todo el mundo, y en cierto modo nos ha dado la oportunidad para considerarnos como una comunidad global, todas y todos enfrentados al mismo problema. Aunque esta unidad no siempre fue fácil ni evidente, el hecho de tener que confinarnos en nuestras casas durante
largos periodos de tiempo, llevar mascarillas, tomar distancia unos de otros, desinfectarnos las manos y evitar la propagación del virus que no podíamos ver, nos mostró que estamos conectados unos con otros... y que estábamos a merced de la Naturaleza.
En esos dos años, murieron casi 6 millones de personas en todo el mundo. Gracias a la vacunación, las mascarillas, el gel a base de alcohol, el aislamiento preconizado por el gobierno, la limpieza y las buenas prácticas sanitarias, esta pandemia no fue tan catastrófica como la de 1918, en la que hubo muchas más muertes; hay quien sitúa la cifra en 500 millones de casos en todo el mundo. Sin embargo, estas estadísticas no son un consuelo cuando muchos de nuestros familiares, amigos, vecinos y colaboradores han sido víctimas del virus.
Por eso, ahora que el virus ya no es tan virulento es posible respirar con alivio, y con alegría "volver a entrar" en el mundo y regresar a El Puy. Hemos sido realmente bendecidas por haber sobrevivido a esta pandemia; debemos alegrarnos al reflexionar sobre lo que esto significa para nosotras individualmente y como miembros de una familia, de comunidades... y de las Hermanas de San José.